27 de junio de 2009

ANTESALAS

Debiese ser ya por casi todos sabido que no es Andrés el que más me emociona ni conmueve, pero en nada puede dejarme indiferente su reflexión del tren, del viaje en él y de su nefasta última media hora: ¿Habrá un viaje perfecto en tiempo y en espacio?
Pero sobre por todo y entre los suburbios de raíles que obligan los recuerdos a hacerse realidad, un huerto que aparece entre el escombro, que te dice que pienses (que aunque superes mil oposiciones, no eres un perro de ese servil monstruo funcionarial, de la máquina Estado) y en ese huerto, cercado de somieres oxidados, el suave olor con la discreta imagen del rosa de una rosa color rosa. Difícil y sencillo.
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Vigas cortadas y entre escombros
polvo de ladrillos...
Ninet cree ver jilgueros,
donde sólo se posan abubillos.

11 de junio de 2009

PREGUNTAS


¿Piensas tú que ahora, en un número infinito de lugares exactamente iguales, habrá reuniones de personas con nuestros mismos nombres, vestidas con nuestras mismas ropas, que hayan pasado por las mismas circunstancias, y en ingenio, en edad, en aspecto, idénticas a nosotros, discutiendo este mismo tema?



Soñé una noche, hace ya mucho tiempo, que sentado en uno de los bancos del final de esa alameda estaba Adolfo Bioy, me acerqué y le pedí permiso para acompañarle, hablamos un rato y a punto de preguntarle, no sé si impertinentemente, por el ciego, fue él el que me hizo una pregunta: esta misma o una idéntica.

6 de junio de 2009

DE REFLEXIÓN

Creo que vuelvo voluntariamente a ignorar el espacio temporal no dedicado a la bajeza política, en la que necesariamente (paradoja) hundimos nuestros pies siempre que maleducamos a alguna parte de los que no viendo la televisión o leyendo la prensa institucional no terminan de creerse lo en ella emitido o publicado.
Ni puedo ni quiero decidirme o elegir entre los miserables y abyectos afanes de intromisión en la privacidad y en todo ámbito que debiese serles ajeno, de los unos (regular las conductas domesticas, atentar contra la intimidad o imponer su severísimo catecismo, la tradición de la intolerante izquierda española) o la ineptitud y la estulticia de los otros (la acomplejada y beata derecha), nada de todo esto es nuevo el 8 de marzo del pasado año, también jornada de irreflexión, dije exactamente lo mismo.
Pero la mirada hacia todos ellos, los unos y los otros, al volver a casa desde el mercado, y verlos en sus nefastos dominios de paupérrimos poderes, me hace no ignorar parte de mi pasado y agradecer de forma infinita al destino y la genética que mis ancestros me hayan transferido una herencia, me parece que algo debo saber de ellas y de sus testamentarias disoluciones, para no ser uno más de esa inmensa minoría que por todos decide e intenta imponernos a todos sus aborregados criterios.

2 de junio de 2009

SELECTAS COINCIDENCIAS

Hablando con mi madre de un reciente viaje a Cádiz me comentó que la noche anterior la había llamado el primogénito de sus nietos, mi sobrino Juanma, para comunicarle sus excelentes calificaciones finales del curso y decirle que está preparando con ahinco e ilusión los exámenes de selectividad que realizará en Huelva en unos días.
Me alegré de sus notas y de su responsable y esforzada actitud ante el proceso selectivo que le abrirá las puertas de la Universidad. No todos los jóvenes adolescentes son ahora apáticos y negados al sacrificio ni todos los de otras épocas fuimos ejemplo de lo contrario (v.g. : yo).
No sé si alguna vez llegaré a asimilar que la Constancia es mucho más que la jerezana barriada vecina de la plaza de toros pero puedo estar seguro de que si se encuentra entre las virtudes ésta no formó nunca parte de mis hábitos de estudio.
Y recordé de nuevo Cádiz, por ahí había comenzado la conversación con mi madre, una ya muy lejana tarde, de hace más de 25 años, a las 5 (que torero) en el que en aquel momento era el numero 5 de la plaza Fragela, junto al Falla (que teatrero), en la Facultad de Medicina y en su aula Nº 5 hice las primeras de las pruebas de mi examen de selectividad (la conferencia versó sobre el reflejo de las enfermedades fisiológicas en la planta de los pies y el comentario de texto se centró en uno de los peripatéticos escritos de Aristóteles).
La noche la pasamos divertida (como casi todo por aquellas fechas) en mi querido Puerto Real (yo estudiaba en el colegio de Miguelito el Carzo) en casa de Fernando López, el Tropicoco, en cuyos bajos se encontraba el Atenea, regentado por su alocada hermana Palmira, lo más parecido a un pub que tuvo y ha tenido en su historia el pueblo de los Cervera (ya regido, pero todavia no propiedad, en aquella época por Barroso, el actualmente supuesto enemigo del suegro de la periodista).
A la mañana siguiente nos llevó a Cádiz, en un coche oficial, el asistente del padre de Fernando que era medico de la Armada, y como siempre, más entonces que ahora me parece, hubo problemas de circulación a la salida del puente de Carranza y a punto estuvimos de no llegar a tiempo a las pruebas de ese día, que eran las de las asignaturas y se sorteaban. Yo era de letras puras y no sé porqué no quería que nos tocase el Latín (el Inglés aún no entraba en la selectividad) pero la compañera a la que designaron para elegir el sobre con las materias escogió la papeleta en la que estaba la lengua de Virgilio. Sobre las dos de la tarde ya nos encontrábamos sentados al rededor de una de las mesas del cercano Nono comentando como nos había ido el examen.
Pasados dos o tres días llamaron a casa de la secretaría del colegio de Puerto Real para comunicar que yo había aprobado y mi madre subió a mi habitación a decírmelo.
A mi sobrino Juanma, y a Miriam una de las sobrinas de mi mujer que se encuentra en su misma situación, no es necesario, debido a su entrega en los estudios (Juanma se parece bastante más en esto a su tía Carmen que a mi) que les acompañen extrañas reuniones numerológicas de ningun tipo, selectas coincidencias o imposibles casualidades, pero les deso que la suerte esté con ellos ese dia (como lo ha estado conmigo, aunque muchos no lo crean, a lo largo del tiempo).