Releía, creo que por tercera vez, este sencillo texto: "No vale la pena preguntar a Caín cuál de los dos es el más justo Abel: te responderá que él. Y por desgracia el otro te responderá lo mismo. Y Abel, en el momento en que dice que él es Abel por oposición a Caín, es ya Caín. Sólo sabremos quién es quién según sea quién muere y quien sobrevive, como ocurre entre policías y ladrones. Abel sólo es Abel una vez muerto. Un poco tarde, ¿no? ¿Qué le importa al mundo un Abel muerto? Lo que le importa un Abel vivo: un comino. Además, si no hubiera sido por la mano, a un tiempo fraterna y fratricida, de Caín, el destinado a explicarnos quién y cómo era Abel, porque Abel, por sí sólo, siempre calla y , sobre todo, calla todo el bien que hace. Caín es el adicto a las relaciones públicas con la Historia y, por tanto es él quién crea la memoria histórica de la humanidad y su utopía meliorativa, que nada tiene que ver con su presente o su futuro como Caín. El Bien no es más que el ocio del Mal en vena de especulaciones filosóficas. Y Caín, deteniéndose cabreadísimo ante la llamada de Dios, levanta la cabeza, se encoge de hombros, muestra sus manos ensangrentadas con la sangre de su hermano y la responde, "Pero, Dios, no soy yo, c`est la vie!". Y ni siquiera Dios puede hacer nada, así como tampoco el hombre, no saben quién es Abel y quien es Caín, y se acabó". La verdad es que nada de todo esto me quedaba muy claro, pero no sé, tal vez no estaba poniendo la suficiente atención.
Y en esto y en estas llegó Mahandry, con no poco estruendo por cierto, se planta ante mí y con su semblante atribulado me dice que trae muy importantes revelaciones, que según él son la solución definitiva a esta sencilla crisis por la que parece que atravesamos. Me recomienda que me siente cómodamente y que le escuche con la mayor atención, le dejo continuar y comienza su perorata. La solución a los problemas coyunturales de la economía mundial está en la aplicación de dos simples pero contundentes medidas que consisten en la implantación generalizada, masiva y urgente de métodos de eutanasia preventiva y abortos retroactivos, sin plazo alguno estos segundos, medidas que me dice han de ser apoyadas por la eugenesia perpetua, así de simple.
Me mira serio y, antes de permitirme hablar, continua explicándome que ninguna de estas medidas debe plantear dilema ético o moral alguno, que como sé él es hombre de gran espiritualidad y que ha consultado el tema con sus contactos ultraterrenos, con el mismísimo presunto cura santo del Lupus Dei, máxima autoridad en la materia, y que no soló los ha bendecido sino que le anima a propagar su conocimiento.
Lo remiro y tras un breve silencio me increpa -¿Qué, no dices nada? Le contesto, sin ganas- Mahandry lo que propones es un desconeje. Y volviéndose hacia la puerta y con gesto enfadado me dice- No, como siempre no comprendes nada, es mucho más sencillo, la Guerra.