29 de marzo de 2011

OBRAS MENORES





Se exponen estos días en el Museo de Bellas Artes de Sevilla las obras que a lo largo del tiempo ha ido reuniendo Mariano Bellver. Se trata de pinturas de artistas sevillanos, andaluces y extranjeros que viajaron por Andalucía a lo largo del S XIX, desde la tradición local a la influencia del romanticismo. Completísima muestra de la evolución de la pintura costumbrista andaluza que tanto ayudó a la formación del estereotipo estético de lo andaluz (supeditado siempre a lo sevillano y en menor medida a la fantasía moruna granadina) y todos los tópicos que todavía hoy perduran.
He tenido entre mis manos a lo largo de mi existencia muchísimos lienzos y tablas de los autores a los que se dedica esta exposición y que van de los Bécquer a Cabral Bejarano, de Villegas a Senet o Jimenez Aranda, de Garcia Ramos a Rico Cejudo, de Sanchez Perrier a Garcia Rodriguez, hasta llegar a Gonzalo Bilbao o Romero Ressendi, y fui testigo del espectacular auge de su cotización allá por fines de los 80 y principios de los noventa del pasado siglo. Hay algunas obras notables, muchos de los autores dejan patente su indiscutible dominio técnico de la luz, la materia y el color (las comercialísimas tablitas de casacones que a tantos enriquecieron y malograron) y en el momento en el que alguno de ellos se aleja de lo pretendidamente popular nos deja entrever sus dosis de maestría (el estudio de un escultor en Roma de Jimenez Aranda v.g.) y el daño que se dejaron infringir por los mercados.
Son más de 170 obras, están correctamente colocadas y agrupadas y deficientemente alumbradas (como casi siempre), pero mientras ya salia por los bellísimos patios del que fuera convento mercedario no pude sino recordar las palabras que me decía mi padre cuando yo iba descolgando de las paredes pinturas de estos autores para su descripción e inventario en la múltiples testamentarías que juntos hicimos: "Pedro es pintura agradable pero en pequeñas dosis", y como casi siempre tenía toda la razón. Una muy interesante exposición, que si no se enfoca desde un punto de vista meramente analítico, empacha más que deleita.

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