Dicen que un día andaba Belmonte por Sierpes con unos amigos y viendo a un chaval delante de él, preguntó: "¿Quién es ese chiquillo?", ¿Es un bailarín?". "No, -contestaron sus amigos- es de Paula y dice que quiere ser torero". "Pues que me lo traigan a Gomez Cardeño que quiero verlo torear" dijo Belmonte. Así fue (comenta años después Rafael) el chofer de Belmonte iba a Jerez al barrio de Santiago a recoger a aquel chiquillo para llevarlo a la finca del viejo torero. Así aprendió Rafael a torear bajo la atenta mirada del viejo maestro, que le aconsejaba y enmendaba defectos. Cuentan que ver torear a Paula fue uno de los mayores deleites de Belmonte en sus últimos años de vida.
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2 comentarios:
En mi casa está un libro que habla de las anécfotas de Rafael a modo de biografía informasl . Cuando te salga de la pipa del jigo , lo recojes . Después nos metemos con las tías pero . . .
anécdotas , leche que se me ha borrado el taclado
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