En el fraterno y preciso Cuentahílos Carmen hace hincapié en voces y miradas con las que nos conmueven los actores en la mágica ceremonia de la Interpretación. Y todo lo que expresa lo suscribo, pero voy más allá y para mi las voces son determinantes, son esenciales y fundamentales, sin ellas no hay completo encanto, es más pueden desbaratar las ilusiones.
He contemplado bellezas femeninas que en el silencio me han emocionado y al hablar, al yo escuchar sus voces, he detestado estar provisto de oídos, todo se ha roto, se ha diluido el embrujo subyugante. Y eso es para mi triste, ella igual de bella y yo desencantado, me doy coraje cuando esto se produce.
Pero no he disfrutado solo con las voces de los Grandes que completan y agigantan aún mas sus gestos y figuras, también he gozado con la de algunos inolvidables genéricos que serían mucho menos sin la peculiar fuerza de sus particulares voces y recuerdo a Gracita, a Terele, a Ana Marzoa, a Jaime Blanch, a Manolo Aleixandre, a Lopez Vazquez y a tantos muchos otros.
Los que bien me conocen saben una opinión en mi arraigada, puede que sea un defecto pero en él me mantengo: ¿Porqué no simulan la absoluta mudez algunos personajes? ¿para qué abren sus bocas y escuchamos sus voces desacordes? Y me viene al recuerdo un dictador gallego, un erudito torero levantino, un..., una..., cientos y legiones.
Pero os dejo que empiezo a escuchar voces.