Devoraba con fruición unas paciencias, unos sencillos, exquisitos y pequeños manjares de la repostería castellana, que a mis manos han llegado como anticipo de tosantos, cuando en el fondo del paquete desde Almazan enviado me encontré con una minúscula cartulina primorosamente doblada. Preferí terminar mi agradable degustación de dulces recuerdos antes de proceder a despejar el contenido de aquel mensaje que para mi desazón transformaba a las redondas y sublimes paciencias en una especie de vulgares galletas chinas. Pero con el dulce sabor de la canela aún en el paladar procedí a desdoblar el misterioso papelito, y esto fue lo que en él encontré escrito:
"Y he aquí que un gran viento hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los mozos, y murieron; y solamente escapé yo para traerte las nuevas."
JOB, I, 19
*Muchisimo me temo que tras de todo esto se encuentren los prestos dedos de un enrredante que hacía mucho tiempo no daba señales de vida, tiemblo y no precisamente a causa de estos primeros fríos de finales de octubre, en fin paciencia.