"Ese partido lleva el fracaso escrito en su rotulo. Fíjate que se llama Partido Socialista Obrero, lo cual es una majadería. Los obreros no pueden tener partido o mejor dicho no puede haber un partido que se llame así por la sencilla razón de que los obreros son los únicos profesionales que no aspiran al mejoramiento de su clase sino a la desaparición. Esta clarisimo. Todo militar aspira a llegar a general, por lo cual seria lógico que existiera un partido de militares que aspirasen a llegar lo mas deprisa posible al generalato. Los funcionarios aspiran a ser jefes de Administración, los diplomáticos a ser embajadores, los políticos a ser ministros, por lo menos. Todos los toreros querrían ser Belmonte y los médicos Marañón. Es decir que todas las clases quieren llegar al mas alto escalafón pero dentro de su clase. En cambio los obreros, como es natural, a lo que aspiran es a dejar de ser obreros y a ser posible a convertirse en patronos. ¿Como van a sentirse a gusto en un partido que lleva como titulo lo que ellos consideran como una desgracia? Por eso los regímenes obreristas que no piensan mas que en el mejoramiento del obrero fracasan. El obrero no quiere que le mejoren, o solo lo quiere como aspiración transitoria; Lo que le interesa es que lo supriman."
Ignoraba Valle-Inclan por esas fechas, los últimos de los años veinte del pasado siglo XX, que andando el tiempo y a base de subvencionar y privilegiar a los amigos en ese mismo partido no quedarían mas que falsos patronos (emprendedores en su absurda jerga, la del susodicho partido), funcionarios sin carrera y jubilados. Eso si todos muy afanados en hacer todo lo posible por suprimir a los obreros (parece que ultimamente han quitado de en medio a cinco millones, y subiendo).