Comenzó la feria taurina de Jerez con la tradicional corrida de rejones, y a ella acudí maternalmente acompañado, no estuvo mal, fue variada y divertida y el ganado ayudó al lucimiento de los jinetes. Una agradable tarde de toros que quedará en mi recuerdo más por volver de nuevo a la plaza acompañando a mi madre que por lo en ella acontecido.
Creo haber expresado en más de una ocasión que al igual que el toreo a pie me apasiona no me ocurre lo mismo con el arte del rejoneo, que no puedo decir que me deje indiferente pero no logra transmitirme la misma intensidad de sensaciones.
La terna la componían Fermín, que estuvo dignísimo y pundonoroso, hay que recordar que actuó en muy deficientes condiciones físicas, tanto que tuvo que correr turno en el segundo de sus toros, el cuarto, debido a los efectos que el tratamiento de su dolencia le producen. El segundo de los jinetes era Pablo Hermoso de Mendoza, que tuvo una actuación sencillamente magistral, aun tocándole a él uno de los toros que más parado se quedó en el ruedo, ofreció una lección del moderno toreo a caballo. Cerró la terna el jovencísimo Diego Ventura en un alarde de entrega e ilusión (imaginariamente lo comparé, y así lo comenté, a J.J. Padilla, que por cierto ocupaba junto a sus hijos una de las barreras de la plaza).
Corría viento de poniente y se sentía un no agradable fresco. Y hoy Cayetano...y Perera.
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