Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta el descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.
Fue muy a principio de los ochenta, en una tarde-noche de finales de mayo en el salón don Guido de la calle Paúl, se lo trajo y nos lo trajo a unos pocos, muy pocos aquel día (creo que coincidió con alguna final de campeonatos de fútbol europeo), Miguel Ramos aquel mal y esforzado poeta pero entrañable y literario personaje. El uruguayo se empeñaba en hablar ese día, con su voz melodiosa y su frágil figura de su prosa y sus cuentos pero todo, no podía ser de otra manera, derivó a la poesía. Yo era un bisoño estudiante de bachillerato, de BUP para ser exactos, y acudía a aquellas reuniones acompañado y acompañando a condiscípulas de clases, siempre me gustaron ( y me siguen gustando) las mujeres y la poesía, a poder ser ambas desnudas. Y se sirvieron copas y susurraron versos con acento uruguayo, lejos de la política y de los compromisos.
Mientras desayunaba y escuchaba el boletín de noticias de RNE he sabido de su partida y todo esto me ha venido al recuerdo, y el bueno de Mahandry untando mermelada a su tostada me ha dicho, esta vez serio:
-¿Sabes donde nació? (y antes de que yo pudiese responderle me ha espetado) En Paso de los Toros.
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