22 de abril de 2009

LECTURAS


Uno de los artículos leídos esta mañana en el Diario local me ha recordado que estamos en la víspera del día de libro, bueno me ha recordado también algunas otras cosas y como siempre las extrañas y oníricas coincidencias, pero ahora no vienen a cuento, y he pensado que mañana seguramente en una de mis salidas matutinas me acercaré a mi vecina plaza de la Compañía y entraré en la que fuese Iglesia de los Jesuitas para, entre cuatro gatos como siempre, leer una página del Quijote (sacan alguna de las antiguas ediciones que conserva la Biblioteca Municipal), sé que estas lecturas continuas y públicas no tienen mucho sentido pero a los que en ellas participamos nos regalan un libro, por ahí por los estantes debe haber varios, a ver cual es el de este año.

El artículo de mi hermana Carmen del lunes y el de G-Máiquez de hoy nos recuerdan a todos que las obras que leemos, arduas o amargas, amables o tenebrosas, pueden producir sobre nosotros una especie de efecto catártico, no sé, puede que así sea.

El ultimo de los libros que he terminado de leer es este que ilustra la entrada y que podríamos clasificar entre los más incómodos y amargos que por mis manos han pasado recientemente, tal vez de ardua lectura en alguno de sus pasajes pero esto no sé si es debido a la traducción (la edición para ser de Edhasa no está nada cuidada, no en lo externo sino llena de abundantísimas erratas), desasosegante retrato de la Italia profunda que Aldo Busi desarrolla durante la celebración de un carnaval en Pieve de Lombardia, un paisaje de traición, chantaje, cobardía, mentira y calumnia que se extiende sobre todos los personajes y sus relaciones, y en las que el amor, el sexo y el engaño van siempre de la mano sin dejar a nadie libre de culpa.

Leyendo esta crónica que zarandea a la la Italia berlusconiana, en la realidad y en el tiempo, no en la literatura, tembló su suelo en los Abruzzo, en L´Aquila. En mi nada ha temblado con esta lectura y puede que nada me haya enseñado pero no me ha dejado indiferente que pienso es lo mínimo que debe pedírsele a un libro.

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