
No, pueden estar tranquilos Alfonso y Kiko Guerrero, esta no va a ser una más de las innumerables críticas a su manera de regentar un negocio de hostelería(¿?), el con diferencia más divertido, que no cómodo (ningún camping puede serlo) de los pocos por mi conocidos. Sus años dorados, del camping de Caños de Meca, fueron, o yo los sitúo, es tan difícil de calibrar, en mitad de la década de los 80 del pasado siglo, un lugar en el que se podía respirar una anárquica atmósfera, algo pija y desenfadada, todos los psicótropicos excesos de aquella época y la compañía de muy peculiares personajes, de entre los cuales no puedo olvidar al infortunado Diego Padilla en el bar junto a la pradera, al no más agraciado por el destino y tocayo mio Perico Pan, a Mauro en el super y de entre el personal de las barras al ínclito Pepe Ortega "el Caky", y otros muchos.
Me gustaba salir del Camaleón con el sol ya bajo para presenciar las incomparables puestas, puede que los más bellos crepúsculos que se pueden observar en esta zona, a los pies del faro de Trafalgar (en el camino entre el Camaleón y el cercano faro hay otro camping "Las Dunas" mucho más aséptico, descafeinado y aburrido).
He visto llegar pateras a esas playas, recuerdo de forma especial la mirada de una jovencísima negrita, embarazada de muchos meses, con las ropas empapadas y escoltada por una pareja de guardias civiles. Por la noche llegar las lanchas y arrojar a la playa los fardos de hachís, entre La Aceitera y El Palmar, y a la espera críos con los primeros quads haciendo de porteadores (bosquimanos les llamaban en Barbate y Vejer). Gentes salir a practicar la pesca submarina con los neoprenos y los arpones y no volver jamas...Pero sobre todo reírme, disfrutar y vivir con la intensidad de los veinte años, un mundo desquiciado y divertido.
Pero no, no era de ese camaleón del que pretendía hablar, ni de David Bowie al que así apodaron durante una de las muchas y muy diferente épocas de su dilatada carrera, en la que no todo es comercial y despreciable, no. El camaleón al que pretendía referirme es al saurópsido del que existen cerca de 160 tipos diferentes, con cuerpo arqueado y muy comprimido lateralmente, ojos prominentes y de mirada independiente, lengua muy larga, capaz de ser proyectada a gran distancia, de costumbres diurnas y arborícoras, de movimientos muy lentos y acompasados, solitario y muy territorial.
En mi niñez los camaleones eran muy abundantes por toda esta zona, especialmente entre el Puerto y Rota, de donde han ido desapareciendo por no quedar espacios vírgenes a causa de las mastodónticas urbanizaciones. Alguna vez de nuestras excursiones volvimos con alguno de ellos, me llamaba poderosamente la atención que después de unas semanas, en las que los controlábamos por entre las ramas de las plantas del patio, desaparecían sin dejar el más mínimo rastro, como si se esfumasen.
A los camaleones teníamos que respetarlos, mi padre sentía una especial debilidad y simpatía hacia ellos y nos nos permitía que con ellos cometiésemos ninguna de nuestras infantiles cafrerías. Recuerdo que en los jardines del colegio del Pilar los había y si los cogíamos se hacían toda clase de perrerías con ellos desde inmovilizarlos sobre superficies del más intenso de los rojos posibles para ver sus mutaciones de color y sus reacciones (decían que podían llegar a reventar, pero eso nunca llegó a ocurrir), hasta ponerles un cigarrillo a que se consumiese en su boca y algunas barbaridades más.
Me fascinan, me parecen de otro tiempo con sus lentos movimientos, y me molesta que a la bajeza política se le denomine con el nombre de este bello y extraño animal.
P.S. - Hablando de políticos y camaleones, estos últimos sólo abren voluntariamente la boca para cazar insectos, desconozco si en Alcalá de los Gazules los habrá, pero miren que comentario más curioso (y extrañamente no censurado) le ha dejado a Bibiana, en un artículo que a sus ocurrencias se refiere, una tal Gazula.