Recuerdo haber escuchado de pequeño, no sin cierta complacencia por mi parte, la historia de un pavo real que bienvivía en un aparentemente descuidado, espléndido y extenso jardín, y como la narración se detenía y hacía hincapié en que el animal en su continuo deambular por aquel discreto y artificial escenario en el que moraba se cuidaba de forma extremada en evitar movimientos o posturas que le permitiesen observarse los pies, pues no del todo desconocía que eran las más horrendas partes de su bella y equilibrada anatomía, y vivía en la creencia de que si detenía en ellos, en sus pies, su mirada y se paraba a examinarlos irremediablemente le invadiría la triste constatación de una certeza que irremisiblemente le provocaría la muerte.
Y no sé porqué la evocación y el recuerdo de la prudente y discreta actitud del ave de maravillosa cola de abanico termina casi siempre conduciéndome a compararla con otras no menos bellas, delicadas y sutiles aves, como los cisnes que elegantemente ocultan su desconocida y desagradable voz hasta los momentos previos e inmediatos a su muerte.
Al oír la inmoderada emisión de funestos sonidos procedentes de las fauces de otros bípedos, bastante menos agraciados ornamentalmente por la naturaleza, me sorprende, desde mi bienintencionada e ingenua inocencia, que no se rijan por las sabias enseñanzas del pavo real y finjan ser mudos, otras veces cuando mi humor no es tan benévolo, me conforto con delectación al pensar que su cantar es como el de los cisnes y que el sufrimiento de mis oídos (incluso el de los mismos emisores de los ruidos, magnánimo que es uno) será muy breve.
* En homenaje y recuerdo del jardín de "El Altillo" cobarde, criminal y abyectamente robado a unas ingenuas y adorables ancianitas y de otro mas pequeño, céntrico y difuso en mi memoria, el del hotel "Los Cisnes" hoy uno más de los impersonales y vulgares centros comerciales.
*Antes de colgar esta entrada, quizás hoy el viento sople desde Lealas, ha venido a mi mente otro jardín con estanque y con cisnes, también objeto de triste latrocinio del que ayer se cumplieron 25 años, el de "La Atalaya".
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