22 de mayo de 2009

DE ARTÍCULOS Y LIBROS


El pasado martes hablaba Bejarano, desde el desierto, magistral como siempre, del peligro de no asumir las responsabilidades propias de un gobierno y de las nefastas situaciones a las que tales negligencias han de conducirnos. En este artículo, al que titulaba "Las efusiones del pueblo", Paco nos recomendaba la lectura del libro de Miguel Maura "Así cayó Alfonso XIII".

Recordé haber visto ese libro en la biblioteca de mi padre, que contiene una amplia sección dedicada a los temas monárquicos, no en vano nació, y se interesa por ellas, en las fechas en las que da comienzo el relato de Maura, esto es a mediados de la dictadura de don Miguel Primo de Rivera y a que en su juventud fue fiel y ferviente partidario de la enésima restauración de la causa monárquica en la persona de don Juan.

Ese libro más de una vez había estado entre mis manos mientras trasteaba por aquella biblioteca con mis curiosidades de infancia y juventud, pero nunca llegué a leerlo.

Siguiendo las recomendaciones del poeta encaminé mis pasos hacia la casa paterna, y tras obtener el preceptivo permiso, allí encontré el libro sin mayor dificultad, estaba donde yo lo recordaba, donde había estado siempre, donde tenía que estar. Lo cogí y conmigo lo tengo.

Miguel Maura nos ofrece su visión, no diré yo que no muchas veces autocomplaciente y justificadora de pasadas decisiones por él tomadas, de los hechos acaecidos durante los últimos días, los estertores, de aquel régimen monárquico y su posicionamiento ante la clara y evidente instauracion, para todo analista sensato, de nuestra (ahora parece que más de unos que de otros) segunda República. Insiste en la idea, defendida fundamentalmente por Alcalá Zamora y por él, de que la derecha liberal republicana (monárquicos, al fin y a la postre, desencantados y desengañados y pragmáticos conocedores de la realidad que se avecinaba) no debía, ni podía, quedar fuera de los manejos instauradores del nuevo régimen y de que la futura e inminente República no podía ser dejada sólo al arbitrio de las decisiones de la izquierda radical, único cuerpo político con estructura de organización efectiva en aquellos delicados y decisivos momentos.

Y en esta lectura estoy, interesante como suelen serlo casi todos los reflejos directos de inmediatas memorias y por lo mismo con mucho, o con todo, lo que de bueno o malo pone en cuanto escrutamos muestra pasión y nuestro subjetivo (somos sujetos y jamas podremos analizar cosa alguna de modo totalmente objetivo) punto de vista.

De su comienzo entresaco una definitoria y definidora conclusión con vista al posterior análisis: "El rey estaba solo, completamente solo en el campo político. Mi instinto, que rara vez me ha fallado en estas materias, me decía que asistiamos al ocaso del régimen, y que nada ni nadie salvaría al rey de la caída y la abdicación, lo cual representaría, dada las lamentables circunstancias familiares de la dinastía, la caída de la institución misma".

A mi tampoco suele fallarme mucho la intuición, y observando la deriva del nieto del por Maura descrito y retratado, de nuestro actual rey (no ya monarca para republicanos como él mismo pretendió definirse en algún momento sino directamente -puede que por hartazgo ante los innumerables desprecios a los que a lo largo de su existencia ha sido sometido- republicano monarca) y a las lamentables decisiones tanto publicas como privadas (pero siempre libres) y a su voluntario desapego y desarraigo de las tradicionales y populares costumbres del que podría ser su sucesor, y a las nada casuales campañas mediáticas en contra del régimen y de la Institución(pero nunca valientemente propiciadoras, auspiciadoras e impulsoras de un cambio constitucional) no digo negro pero si del más profundo oscuro puede augurarse el futuro de nuestra monarquía.

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