5 de mayo de 2009

EMPRENDEDORES


No sé si recodáis que hace un par de semanas prometí hablaros de algo que el bueno de Mahandry había dejado sobre mi mesa junto con el sobre que guarda los abonos de los toros de este año, que como sabéis es siempre él el encargado de recogerlos, no fue díscolo y no se dedicó a su tendencia enredante, ya sea interrogando inoportunamente a apoderados de primerísimas figuras del escalafón taurino ya peleándose con la indeseable turbamulta de la reventa que por estas fechas toma los alrededores de las taquillas de la plaza, por una vez cumplió con su encargo sin provocar desagradables sorpresas, se lo agradezco.

Y lo que había junto a aquel sobre, que celosamente guardo, eran dos voluminosas carpetas repletas de papeles, dosieres me ha aclarado el intrépido Sabanduky, en las que según él se contienen unos extractos o resúmenes de sus dos más inmediatos proyectos acompañados de algunos de los tramites y permisos para que estos puedan ser llevados a cabo y de numerosas solicitudes de subvención que hagan posible su financiación. Y estas dos emprendedoras iniciativas no son otras que la organización de cursillos de educación vial dirigidos a los peatones para reducir en lo posible las molestias que estos provocan, en su insensata e irresponsable manera de deambular por las aceras, a los sacrificados ciclistas urbanos (me comenta que para ello tiene ya cedidos de forma gratuita algunos locales, en horario de madrugada, en alguna que otra escuela taller y sede sindical), me hace incapié en que en la admisión a estos cursos serán primadas las solicitudes de los mayores de 70 años y de los discapacitados en general al ver en ellos un claro factor de riesgo para la seguridad de los ciclistas, bien.

De otra parte me informa, triste, que para la segunda de sus propuestas no ha contado con el mismo índice de receptividad, esta va dirigida a la selección de una reserva entre escogidísimos vinagres de las mejores bodegas de la zona para su posterior comercialización, no ha decidido aún si en pequeños frasquitos de cristal o en sobres de plástico monodosis como los utilizados para la mostaza en las hamburgeserias, para su uso en exclusiva como condimento en el famosísimo aliño de pollas, las archiconocidas pollas en vinagre. En fin.

Y antes de dejarme, perplejo por supuesto, me comenta que espera contar con el mismo apoyo, cuando menos, que un tal Nacho y su alicatado columbario. Esto último escapa a mi entendimiento. Suerte, picha.

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