El ministro de cultura italiano, Franchesco Rutelli, ha revelado, a través de un comunicado de su departamento, un maravilloso descubrimiento arqueológico: Un cubil recubierto de mosaico y conchas, la gruta está a 16 metros de profundidad entre el Circo Máximo y la Casa de Augusto, justo en la Roma imperial, y tiene un diámetro de 6,53 m y una altura de 7,13 m.
Pues según parece en este lugar fueron atendidos los gemelos Rómulo y Remo, hijos del Dios Marte, que después de ser abandonados en el río Tiber por orden del rey Amulio, cuya hija había incumplido el mandato de mantener su virginidad impuesto a las Vestales, fueron recogidos y amamantados por la loba Luperca, precisamente en este sitio.
Para nuestro bien la huella de los amamantados por la loba es mucho más persistente que otras fantásticas teorías de encantamientos con las que pretenden hacernos comulgar algunos modernos endriagos, perros y prisioneros de su odio a la tradición clásica occidental. Y algún rastro habrá de lobo en el barro negro donde empiezan los bosques bárbaros. No deja de ser curioso que se encuentren restos arqueológicos de una leyenda, de una ficción literaria.
* Sólo he conocido a un Rómulo, fuimos compañeros en el colegio del Pilar, hace años que no lo veo, pero hoy he recordado nuestro último encuentro en una tarde de finales de un verano, cerca de Cadiz, en El Ventorrillo del Chato, por entonces regentado por su padre, Curro el cojo y no Marte, y tampoco le veo la relación con la loba, vamos ni con la loba ni con Bette Davis.