27 de febrero de 2008

VASELINA

En diferentes latitudes y con la finalidad primordial de no crispar, con la intención de destensar, de quitar en lo posible la peligrosa intensidad y despojarlos de los desagradables residuos de apasionamiento personal, algunos, de los tan complicados de pactar, debates de campaña han comenzado con asépticas preguntas de este tipo, por parte de cualquiera de los intervinientes:

- ¿Nos podría aclarar su señoría si es cierto que su presunta esposa y su biológica progenitora aprovechando la circunstancia de compartir la dirección del burdel, que tan rentable y sabiamente regentan, siguen manteniendo y ampliando sus no disimuladas relaciones con el narcotráfico internacional?

Preguntas como estas podemos encontrarlas registradas en los diarios de sesiones de no muy lejanas cámaras parlamentarias, debates como todos sabemos ajustados a un rigor reglamentario del que con un poco de flexibilidad por ambas partes se podría prescindir en un plató de televisión. El debate no ganaría absolutamente nada en utilidad, pero sería bastante más acorde con los gustos y modos en los que han maleducado a las audiencias.


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