Hace unos veinte años, desde finales de marzo me gustaba adentrarme, caída la tarde y después de pasar por la calle Mateos Gago, en las callejas menos turísticas del barrio de Santa Cruz, pasaba a tomar una copa por un pequeño y agradable local en Cabeza del Rey don Pedro, me detenía a ver el busto del Justiciero, por otros llamado Cruel, y rememorar la leyenda del asesinato y de como le descubrió la vejeta por el crujir de sus huesos. Los recorridos podían ser distintos pero casi siempre conducían hacia el Mesón del Moro, con visita obligada al negocio de libros de lance y de allí por aquellas entrañables callejuelas a observar el estado de decadente deterioro de una bellísima casa de fines del XVII, su amplio zaguán y la verja forjada que permitía la vista del patio semi abandonado, cuando estos paseos los hacia acompañado de mi padre, él siempre me hacia leer una placa de mármol que recordaba al que fuese el más ilustre morador de aquella majestuosa mansión y como una de sus obras había servido para darle nombre a la calle: Fabiola. También me recomendaba su lectura, cosa que no hice hasta terminado el siglo XX por absurdos reparos, hoy en camino de superarse.
De orígenes irlandeses, la católica Irlanda como también me repetía siempre mi padre, el Cardenal Nicolás Wiseman nació es Sevilla, en la antedicha casa, el 2 de agosto de 1802, realizó sus estudios formativos en Roma entre 1812 y 1840 en el Colegio inglés. De esa época data el revuelo que provocó la aparición de su novela Fabiola, obra que exalta la fe de los primeros mártires de la iglesia y que ha sido libro de referencia de los jóvenes católicos ingleses hasta épocas muy recientes. En 1850 Nicolás Wiseman fue nombrado Cardenal-Arzobispo de la diócesis de Westmister, en Londres. Por su labor ha pasado a la historia como el restaurador del orden católico en Inglaterra y consiguió que la Reina Victoria reconociera que tenia súbditos católicos tan fieles como los anglicanos. Anteriormente el último Cardenal católico de Inglaterra fue Pole en 1558, en el lejano tiempo de María Tudor, tras él tres siglos después, recuperaría el pulso de la Iglesia católica Wiseman. El amor por su ciudad natal lo llevó a regresar a Sevilla entre 1844-45 y fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Hispalense, a cuya biblioteca donó las primeras ediciones de los libros que había publicado hasta el momento. Murió el 15 de febrero de 1865 a los 62 años de edad y sus restos mortales descansan en la Catedral de Westmister.
Quizás Nicolás Wiseman influyese en la obra de Gilbert, Evelyn Waugh y tantos otros y puede, porqué no que su novela haya sido leída por el actual Premiere Tony Blair, que antes de ayer fue recibido en audiencia por Ratzinger y del que se especula con su pronta conversión (o reconversión, esto nunca lo he tenido claro) al catolicismo.
Y todo esto en un día como hoy, festividad de San Juan, en el que algunos celebran no sé que reivindicación orgullosa y que quizás si hubiesen leído "El retorno a Brideshead" lo que celebrarían sería la discreta afirmación de ciertas y respetabilisimas amistades, nada más y nada menos que como la que nos cuenta Waugh entre Charles Richard y Sebastian. (Por cierto modelo de como convertir una novela en serie de televisión)
Pero también puede que el Primer ministro británico, aparte de la influencia conyugal y de supuestas lecturas que solo yo le atribuyo, este influenciado por otra Fabiola, española esta, la hermana del de los chiringuitos marbellíes. (Considerada por muchos santa en vida)
Pedro Antonio Oteo Barranco
2 comentarios:
Un poco más de respeto por la que fuera reina de los belgas.
Cambiemos una letra y....voilá!"bergas"
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