19 de abril de 2008

DE LOS PELIGROS DE OTORGAR PODERES

Desde el amanecer algo en el ambiente me pronosticaba que el día no se presentaba muy agradable, todavía estaba la ventana abierta cuando sobre la cercana, y desde hace tiempo inmóvil grúa, comenzaron a posarse las gaviotas, quería concentrarme, intentaba pensar, pero todo en aquel momento impulsaba al desanimo, a la abulia, a la indolencia, a que una vez más venciese la desidia.

No sé si pudo ser el fuerte desayuno, los ánimos de cambio, el viento que arreciaba y amenazaba lluvia, el mirar hacia afuera y bajo la luz gris, mirando sin complejos ya no ver pajarracos, lo que me dio el impulso, la fuerza, la entereza...

Recompuesto y con ganas retorné al escritorio y de nuevo y despacio me propuse el trabajo, pero algo en movimiento, reclamando atención me quitaba la mía, me desasosegaba, me alejaba del centro, del punto de intención. Solícito rondaba, se acercaba y callaba, pedía algún cariño que yo no supe dar.

Un hueco entre las nubes, un trasvase de luz, las ganas de estar solo, la mesa, el cenicero, apagar sobre él la humeante colilla, apretar y arrojar el paquete vacío hecho ya un proyectil de bola de papel, y sentir nuevamente su inquietante presencia, su cariño, sus ansias, reclamando de nuevo, otra vez, mi atención.

Y fue en ese momento, en ese instante justo, cuando le dije:- ¿Quieres, si no te desagrada, hacerme un gran favor?

El brillo de sus ojos fue clara afirmación, y dispuesto esperaba cumplir mi indicación.

Y me dejó tranquilo, y como el mejor propio partió en su dirección, y sólo a media tarde comprendí una vez más que hay cosas que ninguno podemos delegar.





*-El bueno de Mahandry cumplió con toda la disposición y obediencia de la que es capaz las indicaciones que se le habían dado, pero ciertamente parece que exceden a su cotidiano buen hacer, no trajo exactamente las entradas de los toros que para la próxima feria se le habían encargado, y lo que es más sorprendente, un mandado secundario y simple que no consistía más que en hacerle una pregunta, por otra parte expuesta numerosas veces ante él en este blog, y que no era otra que la que después si son pacientes descubrirán, a Salvador Boix, el apoderado de José Tomás, en los encuentros digitales del Diario El Mundo. Pues bien, el ínclito Mahandry una vez planteada la pregunta a pie de dictado fue tan atrevido de firmar no solo con su nombre, sino también con su supuesto apellido, a las pruebas me remito:



http://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2008/04/3011/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es triste, muy triste, me utilizas con el 9º de los significados que el diccionario de la RAE le da a la palabra propio, el de la persona (o animal, incrementando graciosamente mi sufrimiento) que expresamente se envía de un punto a otro con carta o recado. Arrieritos...


MAHANDRY SABANDUKY

Anónimo dijo...

Si con esas leches andas te recordare lo que dijo el jardinero en otra feche, pero refiriendose al mismo:
http://pericoteo.blogspot.com/2008/02/toujours-recomence.html