Una anciana y venerable cabra de Soria (nacida en Madrid, por aquellas extrañas similitudes que guarda el ganado caprino con ciertos oriundos bilbaínos) dirigió en tiempos el mejor de los programas de humor de la historia de la televisión española, "Negro sobre Blanco", aunque he de reconocer que el merito fue tanto de sus invitados como suyo propio, para los espectaculares y divertidos resultados. Casi todo en este peculiar ser es excesivo, cuando no voluntariamente confuso, su afición por los papeles (el estomago de una cabra es digestivamente portentoso), pastos, ramajes, cartones, arenas de playa, con restos de escritura en la que se mezcle a poder ser lo místico, lo mágico, lo mitológico, lo onírico...y en el máximo desorden temático y cronológico.
Hoy este curioso, simpático y extravagante personaje, en uno más de sus trances (la cuca le llaman los vaqueros de por estas tierras al estado en el que entran las vacas tras la ingesta de ciertas hierbas, desconozco el nombre utilizado para designar efecto similar sobre una cabra), y en la misma senda de las más disparatadas de sus múltiples experiencias viajeras por Asia, África y América y sus arriesgadas aproximaciones a la ayahuasca, el opio, la bebida de aguas de desconocidas fuentes, sus miradas a terceros ojos, la compañía de teósofos, las experiencias retroeyaculatorias...y muchas otras y sencillas experiencias. En fin, que hoy, en el suplemento dominical de "El Mundo" y tratando un tema que no del todo desconoce, los toros, nos regala su particular panegírico de la figura de José Tomás, de la mano de Aquiles y confundiendo a la tortuga con un galápago, pero sumamente curiosa y divertida.
Ojalá los toros que cría el pariente del retratado diestro saliesen a los ruedos con parecida vitalidad, fiereza y casta a la de esta singular cabra, que cuando menos se distingan entre tanto y tan descastado borrego.
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