12 de mayo de 2008

PENTECOSTÉS

Reminiscencias ornitológicas que a pesar de ser este lunes el que es no toman forma de iluminadora paloma, sino más bien de curvos y veloces planeos de vencejos, me intentaré explicar. El sábado de feria, cuando a media tarde cruzábamos la plaza de Aladro en dirección a la calle Zaragoza, mi mujer me transmitió su intuición de que íbamos a vivir una gran tarde de toros, y hay que admitir que no se equivocaba, pero en ese momento la respuesta que de mi recibió fue esta: -Ya hablaremos cuando vuelen los vencejos.
Al filo de las nueve de la noche su previsión se había cunplido, se había vivido una gran tarde de toros, uno de los matadores, por él que se recordará la tarde continuaba en la enfermería, los vencejos sobrevolaban la plaza y yo aún no había hablado.
Tres parejas compartimos mesa en una de las terrazas de la cercana barriada de la constancia y entre copas y pescaíto frito se comentó la corrida, en caliente, y hubo acuerdo, lo vivido esa tarde quedará en el recuerdo.
Han pasado los días, he charlado del tema, he intentado plasmar vivencias de esa tarde, rozar la perfección, o casi conseguirla, en los cites de frente, en largos naturales, profundos estatuarios, gaoneras de ensueño...
Y cuando pienso en ello los círculos veloces de vencejos en vuelo, cándido y volteriano, ya después del azote me pregunto: ¿Donde estará el pellizco?


Un serio y bello análisis hecho con cuentahílos recuerda la importancia de dar vida a la fiesta, devolverle pureza, alejarle artefactos de alta definición, y es cierto y ahí coincido. Aquí dejo una muestra, de una tarde lejana, de antes de retirarse, en Madrid en las Ventas del Espíritu Santo.


YouTube - Jose Tomas en Madrid 2 Orejas

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