10 de julio de 2008

EL DESESPERADO


El pasado tres de junio alguna fuerza que desconozco debió contribuir a que se uniesen un artículo sobre la melancolía del maestro Francisco Bejarano y una entrada publicada en su virginiano blog por mi buen amigo Garcigonzález en la que comentaba un grabado de Alberto Durero en el que se trata ese tema. Yo hice un comentario con mis apreciaciones y me pareció oportuno ilustrar mi post con otro de los grabados del más grande de los maestros del buril, elegí al rinoceronte por estar en aquellos días enredado y distraido con un personal, sencillo y pequeño bestiario.

Algo, no sabría bien decir que, ha querido poner ante mis ojos esta estampa que el monstruo de Núremberg no quiso firmar ni fechar, lo que tal vez nos podría hacer pensar que Dürer no la consideró del todo terminada. El artista ejecutó El Desesperado en la época en la que se interrogaba sobre el temperamento melancólico. Podría ser, por tanto, que el grabador ilustrara la teoría, desarrollada por Avicena y recogida por Melanchthon, relativa a los cuatro temperamentos sometidos a la influencia de Saturno, planeta de la melancolía. El Desesperado, que se arranca los cabellos, furioso consigo mismo, sería el colérico; la mujer echada y dormida, el flemático; el joven con una jarra que mira a la mujer desnuda sería el sanguíneo, inclinado a la bebida y la lubricidad; el anciano de rostro estragado sería el melancólico, cuya condición de vejez permanente acentúa aún más su carácter. El hombre sano, de perfil, observa a los demás y permite advertir su desequilibrio, este personaje le recuerda a muchos de los los estudiosos de la obra de Durero a Miguel Ángel y de ahí surge una teoría: se trataría de una reflexión sobre Miguel Ángel y su obra. ¿Quién puede saberlo?

4 comentarios:

Unknown dijo...

¡¡¡Ya estoy aquí!!!

Anónimo dijo...

Como te trinque verás,escurridizo y vil ser de los avernos!!

Lagartijo

Jaime Garcigonzález dijo...

Entre melancolías y desesperaciones no gana una pa disgustos,íííha!!!... ni pa chanclas.
Siento no poder invitarle a la sesión de pedicura vespertina,la especialista trabaja a media jornada.Dado mi temperamento coleriflemamelancosanguíneo con atisbos de desesperación y que, a veces,incluso parezco sano,no puedo evitar sentirme profundamente compungido ante tamaña contrariedad.
A sus sandalias, señora.

Anónimo dijo...

El Virginiano se ha terminado para siempre