7 de julio de 2007

ADEFESIO ARQUITECTÓNICO

Si estuviese situado en una calle cualquiera, camino de cualquier calle, adyacente a una rotonda con palmeras y rodeado de infames unifamiliares, su fealdad sería la misma, pero pasaría un poco más desapercibida y molestaría menos a la vista que en pleno casco histórico. Me refiero al horrendo edificio construido en lo que fuese el solar que ocupó el cine Riba, monumento a la fealdad o tal vez homenaje a los modelos arquitectónicos penitenciarios, no se sabe bien con que objetivo, si la reinserción previo castigo hipotecario de sus futuros moradores, que tendrán la luz racionada y habrán de asomarse de uno en uno a sus ridículos balcones para ver la barroca torre de la Victoria, la preciosa y bien cuidada casa del S XVII, en frente por Lealas o el paño de muralla y su torreón de esquina por Ancha-Porvera.
Definitivamente Jerez no ha tenido ejemplos afortunados de arquitectura moderna, habría que retrotraerse a las décadas de los años 20-30 del pasado siglo para apreciar las escasísimas muestras de edificaciones dignas de escapar a la piqueta, la estación del ferrocarril, el Gallo Azul, el teatro Villamarta y poco más. (Al teatro se le sigue negando una plaza de antesala, ahora con el absurdo propósito de un museo carente de contenidos, plaza que incluso podría paliar en cierto modo el actual caos circulatorio que es el centro de Jerez.)
Tras la nefasta arquitectura de posguerra, el eclecticismo decadente, tardío, imitativo y provinciano de las sedes bancarias de la calle Larga. Los nefastos ejemplos constructivos de los años 60, pésimos en sus criterios estético-arquitectónicos por estas tierras, hasta llegar a las tristes imitaciones de arquitectura pretendidamente popular regionalista, cobarde y anodina en sus pretensiones, de los años 80-90.
Que la iniciativa privada no nos haya dejado más que huella de mal gusto y destrucción podría resultar hasta coherente, conociendo a sus promotores-especuladores. Pero que desde la iniciativa publica con sus desmesurados presupuestos económicos, además de poder contar con casi total libertad para innovar de forma valiente y arriesgada, no nos quede nada digno de mención es lamentable.
Y todo ello sin hablar de las muestras de diseños de la más ñoña decoración de interiores, fallas de bronce, o figurillas de mueble bar sembradas sin ton ni son por plazas y jardines y de los dioramas a tamaño natural que constituyen las casas de hermandad y peñas flamencas, sufragadas con dinero publico. ¿Ridículo o aberrante?

1 comentario:

Jaime Garcigonzález dijo...

-Minotauro,Minotauro,¿dónde vas tu tan bonito?
-voy a casa de mi abuela para hacerle un regalito
-!"po" que Dios la coja "confezá",PISHA¡¡¡