El segundo: pasárselo lo mejor posible en este mundo.
El tercero: hartarse de chuletas de cordero.
El cuarto: ayunar cuando estés harto.
El quinto: siempre antes fino que tinto.
Y estos cinco mandamientos se encierran en dos, en verano a la sombra y en invierno al sol.
Hoy me he acordado de un viejo y querido amigo, Pepe Regera, asceta donde los hubiese y la grande ofensa que una vez ante mi le hicieron al querer ponerle un trozo de hielo en un vaso de absenta, ni por ser agosto, las cinco de la tarde y estar en un buhío cubierto con uralita llegó jamas a perdonar tal agravio, mente preclara, veía venir el posterior amariconamiento general.
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