27 de junio de 2007

VIDA

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "¡Todo!" y el eco dice "¡Nada!"
Grito "¡Nada"! y el eco dice "¡Todo!"
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que no fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro, de Cuaderno de Nueva York, 1998

La primera vez que leí este soneto, un sábado de noviembre 5 años después de su publicación, no pude reprimir una antigua costumbre, copiar en el primer papel que tenga a mano los versos que me llegan al alma, que para mi es el lugar donde residen las sensaciones estéticas, permaneció durante bastante tiempo en mi bolsillo. De releerlo llegué a memorizarlo, alguna vez lo recite en ocasiones proclives y siempre que lo hacía me venia a la memoria la figura y la voz , humanamente modulada por el tabaco y el alcohol, de su autor. Recuerdo especialmente una noche, en la que como en tantas otras la conversación derivó hacia temas trascendentes, halábamos de la relación de la materia con el espíritu, alguien en algún momento planteo lo amargo y doloroso de la decrepitud y la enfermedad, hubo alguna queja a la dependencia de la mente al cuerpo, mi última intervención en aquella noche, creo que no por todos bien acogida, expresaba que no tenemos un cuerpo sino que somos un cuerpo y recite el soneto de Pepe Hierrro.
Hoy aquel papelito ha aparecido ante mi. ¿Para Nada?

2 comentarios:

carmen dijo...

después de todo,Cervantes en boca de uno de sus personajes dijo que no tenía nada y aún le sobraba la mitad.

Ni retratos, ni iniciales bordadas o grabadas, ni tan siquiera firmas. El anonimato es lo que mejor nos identifica y une a los demás.

Anónimo dijo...

Bonito,o más precisamemte bello, pero muy amargo.